miércoles, 22 de julio de 2020

Iconografía budista/tibetana;herramienta de meditación


La icono-grafía tibetana nace en estrecha relación con el budismo y aunque su forma plástica no se plasma hasta muchos años después de la experiencia de iluminación del Buda (S.VI a.C.), ésta se convierte en soporte de meditación importante en la práctica del budismo tibetano.

Imágenes con forma humana dentro de un complicado lenguaje simbólico, expresan la palabra no hablada de las enseñanzas del Buda.
Este arte milenario desafía en parte el estudio detallado denominado iconología, en donde la representación de virtudes, vicios e ideas se hace a través de imágenes humanas. Es el magnifico trabajo desplegado por  artistas tibetanos, laicos y monjes devotos.

Las Tankkhas son el reflejo plástico/simbólico de un sendero espiritual, en este caso del budismo.
El budismo se integró  y respetó todas las culturas originales en donde se asentó desarrollándose así con los nuevos contextos, mantuvo sin embargo inalterable el cuerpo de enseñanzas originales.



La Tangkha constituye un elemento de apoyo y es soporte de contemplación para la práctica budista. Es también un espejo para los estados mentales del practicante. Y es la experiencia de vacuidad para el ‘gran meditante’
Lenguaje basado en símbolos se plasma en la tela, por ejemplo la Rueda del Dharma; una metáfora que señala el proceso del pasaje de un individuo a través de una existencia cíclica (o samsara) y la relación entre los 12 vínculos de la orígen dependiente.
Vajrasattva o Dorje Sem Pa. En ella se reflejan los aspectos del ‘héroe espiritual’, su mantra purifica el odio y la rabia. Ser el sostenedor del Vajra o Dorje y la campana (el método y la sabiduría), implica sostener el cetro de la indestructibilidad de la realidad búdica, el estado del buda indivisible.

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