viernes, 29 de agosto de 2014

“Mindfulness”en la carretera; atención plena, consciencia abierta el anhelado equilibrio…

¡Ni apegarnos, ni enajenarnos! Así como el músico talentoso con un oído privilegiado logra afinar el instrumento para que éste le entregue exactamente la nota y el tono deseado, completamente unificado y armonioso, así también se consigue, tras familiarizarse con las prácticas meditativas ‘mindfulness’ la armonía para percibir, conocer, interactuar y vivir la vida conscientes.
Lo que  interesa  no siempre es aquello que es tildado de “interesante”. Los momentos en el camino de la vida, si somos capaces de verlos, sentirlos y apreciarlos, se volverán piedras preciosas y tesoros de invaluable y verdadero ‘interés’. El tomar únicamente estos momentos y llevarlos a la conciencia, acusar recibo de estos,  meramente observarlos sin ese juicio castigador, dejan una huella de aprendizaje y un estímulo al nacimiento de emociones positivas tales como la compasión y la bondad amorosa.
La vida apresurada y siempre en huída que solemos vivir, no es otra cosa  que un exacerbado sentido de protección, de desconfianza y de desunión entre los seres. Huimos a nuestros refugios solitarios anhelando encontrar allí la tan anhelada paz. Virginia Wolf decía:…”no es evitando la vida que encontraremos la paz…”
La calle es un medio hostil por el cual debemos transitar y  lo hacemos irreflexivamente, apresurados y muchas veces de mal humor. Me toca viajar mucho en carretera y trato de hacer el viaje en forma consciente, (respiro correctamente y pienso en el ‘mindfulness’)
Al llegar al peaje me tomo el tiempo de saludar  a la chica que se encuentra en la cabina, muchas veces enchufada a sus audífonos a través de los cuales incluso los automovilistas  alcanzamos a escuchar los estruendos de una música que a ella parece transportarla muy lejos, y que graciosamente  lleva el compás con su cuerpo,nos alcanza el ticket del peaje simulando una máquina perfecta.
Para ella su trabajo en esa cabina es un tiempo en evasión constante, es un tiempo entre paréntesis, en donde nadie de interés existe y por lo tanto ningún ser con quien interactuar, su actitud es la de un robot quien debe entregar un ticket y apretar un botón para que se abran las barreras. Muchas veces en sus rostros podemos ver cansancio e irritabilidad un deseo de terminar pronto con ese tedioso trabajo.
Sin embargo, cuando hacemos contacto visual con ella y le preguntamos cómo se encuentra, si tiene frío o calor dentro de ese cubículo…ella generalmente despierta y comienza una charla  a nivel humano…nos despedimos ambas con una sonrisa y generalmente escucho al alejarme un “cuídese que tenga buen viaje”….yo sigo viaje y pienso…me sirvió el mindfulness. 
 Sigo viaje consciente y observando,veo cómo el automóvil de adelante lanza envases de chocolate o bebidas por la ventana. ¿Qué hacer?... nos vemos confrontados a la disyuntiva de si  empatizar o sentir una gran compasión. (Si, porque de acuerdo a los últimos estudios en la neurociencia la empatía y la compasión son dos sentires diferentes, demostrados así  en resonancias cerebrales).El sin número de perros abandonados a su suerte o ya descuartizados que debemos esquivar mientras manejamos nos enfrenta a esta disyuntiva  real, si siento empatía debo contar con que me  embargará un sentimiento de rabia, de dolor, de impotencia y  de sufrimiento que me acompañarán  por algunos días perturbando mi mente despiadadamente. ..trato entonces de aplicar la  compasión a  la situación en general, indagando sus cadenas  causales…¿cómo llegan estos perros a la carretera, son tirados por sus dueños porque ya no pueden hacerse cargo de ellos? ¿es el apremio de la vida tal que perdemos la noción de lo que se está haciendo? O simplemente no se ha tomado consciencia de la responsabilidad que demanda hacerse cargo de un ser sensible? Quizás al cabo de estas reflexiones me aparte un tanto de la empatía y comienzo a sentir compasión, un deseo de reparar desde la raíz, como sea ,con lo que sea sintiendo una fuerza que la genera el amor, pensando incluso en la precariedad de consciencia del desconectado “culpable”…. Al pensar así me doy cuenta que estoy aplicando el 'mindfulness' nuevamente. El estar presentes es  una tarea que todo ser humano debe emprender, es de largo aliento puesto que debemos  familiarizarnos con esta, pero es imprescindible para no caer en el tan conocido lema: “ bueno así es la vida”…la vida la hacemos nosotros y es en ésta  que  nos acercamos  a la verdad…la verdad experimentada consciente-mente...cuyas características se basan  en el amor.
Cuanto dolor provocamos todos los días cuando no estamos conscientes, ni presentes en la realidad del momento.
Ana-María Clasing ( budismo y meditación)