En nombre de Alá!
¿Cuánto sufrimiento en nombre de Alá ? Al parecer el terrorismo islámico
justifica plenamente sus acciones y
logros en nombre de Alá. La ideología de los nuevos Yihadistas entrenados por
el estado islámico, (quienes hoy poseen un territorio identificado geográficamente, base desde donde preparan sus actividades)
instruyen a los jóvenes reclutas dentro de un fundamentalismo religioso impactante;
el
Islam debe imponerse a cualquier precio puesto que aquellos que no lo siguen
son infieles que merecen la muerte. Reinterpretando el Corán
y escondiendo sus verdaderos mensajes, el estado islámico perpetra sus acciones
con total arbitrariedad.
Estos jóvenes, muchos de ellos educados en Europa en
prestigiosas universidades no se interesan en negociaciones, ni ven sus
actividades con objetivos políticos o económicos. Por el contrario, ellos están preparados para morir por una ideología que ha sido cuidadosamente
incorporada en sus mentes concientizadas. Llama la atención la planificación para llevar a cabo los
atentados en Paris, los lugares escogidos no responden a lugares icónicos en la ciudad, sino más bien se trata de matar
en cualquier lugar y a quien sea; …“¡de cualquier forma todos son infieles!”… actos
realizados con una suerte de ‘desorden’ que permite ampliar su espectro de acción, pero que lamentablemente
restringe toda posibilidad de prevención
y de seguridad para la población.
Pero ¿qué mentes son aquellas que están abiertas a recibir
dicha información radical, fundamentalista
e intolerante? Me atrevo a decir que son
mentes que se han visto sujetas al miedo, a la no inclusión, a la falta de
compasión, a la falta de amor toda su vida y
que por lo tanto han sido capaces de desarrollar profundos sentimientos de odio.
Tanto el odio
como el amor son sentimientos que se manifiestan cuando estos se conocen y cuando
se ha creado una familiaridad con estos. Sin embargo, la manifestación de uno anula
automáticamente la presencia del otro, ‘así como cuando se enciende la luz en
una habitación no habrá lugar para la
oscuridad en la misma’, de la misma manera el odio y el amor no logran
funcionar juntos. Históricamente las religiones han estimulado siempre el amor,
la benevolencia, la compasión por lo que promover el odio en nombre de una
religión es una gran contradicción. Sin duda las tareas futuras, no únicamente
para Francia, deberán comprometer a toda la humanidad y el objetivo deberá ser
familiarizarnos con la verdadera y sincera compasión de la mano con el respeto.
Ana-María Clasing
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