domingo, 15 de noviembre de 2015

En nombre de Alá!

¿Cuánto sufrimiento en nombre de Alá ? Al parecer el terrorismo islámico justifica plenamente sus  acciones y logros en nombre de Alá. La ideología de los nuevos Yihadistas entrenados por el estado islámico, (quienes hoy poseen un territorio identificado geográficamente, base desde donde preparan sus actividades)  instruyen a los jóvenes reclutas dentro de un fundamentalismo religioso impactante; el Islam debe imponerse a cualquier precio puesto que aquellos que no lo siguen son infieles que merecen la muerte. Reinterpretando el Corán y escondiendo sus verdaderos mensajes, el estado islámico perpetra sus acciones con total arbitrariedad.
Estos jóvenes, muchos de ellos educados en Europa en prestigiosas universidades no se interesan en negociaciones, ni ven sus actividades con objetivos políticos o económicos. Por el contrario, ellos  están preparados para morir  por una ideología que ha sido cuidadosamente incorporada  en sus  mentes concientizadas. Llama la atención  la planificación para llevar a cabo los atentados en Paris, los lugares escogidos no responden a lugares icónicos  en la ciudad, sino más bien se trata de matar en cualquier lugar y a quien sea; …“¡de cualquier forma todos son infieles!”… actos realizados con una suerte de ‘desorden’ que permite ampliar su  espectro de acción, pero que lamentablemente restringe toda posibilidad de  prevención y de seguridad para la población.
Pero ¿qué mentes son aquellas que están abiertas a recibir dicha información  radical, fundamentalista e intolerante?  Me atrevo a decir que son mentes que se han visto sujetas al miedo, a la no inclusión, a la falta de compasión, a la falta de amor toda su vida y  que por lo tanto han sido capaces de desarrollar  profundos sentimientos de odio. 
Tanto el odio como el amor son sentimientos que se manifiestan cuando estos se conocen y cuando se ha creado una familiaridad con estos. Sin embargo, la manifestación de uno anula automáticamente la presencia del otro, ‘así como cuando se enciende la luz en una habitación no habrá  lugar para la oscuridad en la misma’, de la misma manera el odio y el amor no logran funcionar juntos. Históricamente las religiones han estimulado siempre el amor, la benevolencia, la compasión por lo que promover el odio en nombre de una religión es una gran contradicción. Sin duda las tareas futuras, no únicamente para Francia, deberán comprometer a toda la humanidad y el objetivo deberá ser familiarizarnos con la verdadera y sincera compasión de la mano con el respeto.

Ana-María Clasing

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