Meditar sobre la muerte.
Por Ana-María Clasing
En Agosto de este año (2014), tuve la
grata oportunidad de asistir al lanzamiento de un libro,
sincero,
espontáneo, instructivo y útil cuyos autores, tres jóvenes entusiastas psicólogos, decidieron
trasmitir sus
experiencias vividas a través de
prácticas meditativas.
“Presencia Plena; reflexiones y prácticas
para cultivar mindfulness en la vida diaria” (autores: Catalina Segú, Gonzalo Brito ,Claudio
Araya.)
Alrededor de 50 reflexiones cubren este libro
cuyo propósito es acercar al lector hacia prácticas sencillas pero de indudable
valor cuando nos referimos a la
importancia que tiene nuestro actuar cotidiano en el bienestar de todos.
Recorriendo sus diferentes capítulos, me
detuve especialmente en uno; ‘La
muerte como aliada’(pag.95)
las reflexiones halladas allí, me
hicieron recordar las innumerables enseñanzas budistas recibidas y los retiros
realizados en este sentido.(Ven. Ayang Rinpoche, erudito
monje budista del Bardo) Las interiorizaciones meditativas a las cuales monjes y
eruditos budistas se exponen
diariamente en sus prácticas
contemplativas sobre la muerte, son impresionantemente impactantes.
¿Porqué esa importancia de meditar sobre
la muerte? ¿ porqué es la muerte un evento que debe ser inspeccionado en
profunda meditación?
Durante un retiro realizado hace algunos
años sobre el “Bardo” (sanscr.antarabhava) en términos generales el Bardo se refiere a la
experiencia y período intermedio entre la muerte y el renacimiento. (Existen algunas diferencias sutiles en sus conceptos que aluden a los
diferentes linajes budistas y sus apreciaciones,) sin embargo en el budismo
la idea general del Bardo y sus etapas es
aquella transición experiencial de la consciencia que conlleva al ser humano a
una constante migración de ésta luego de la muerte física. Las premisas que el
budismo esgrime
a este respecto yacen en primer lugar en el
principio de causalidad, segundo en la doctrina del Karma, y
tercero
en la aceptación de un continuo mental
sin principio ni fin de la consciencia. Las enseñanzas aluden a que
la mente y el cuerpo, aunque inseparables
a un nivel energético de extrema sutileza, no dejan de ser distintos y se
separan en lo que se refiere al flujo continuo durante las sucesivas vidas
individuales de un ser. Aún cuando se influencian mutuamente, nunca se
convierten una en la otra, así como ´la semilla del maíz no puede producir
un brote de arroz´ (Dharmakirti Pramanavarttika).
Toda esta ‘teoría’ desplazada para
explicar la muerte y los renacimientos en
el ámbito budista, no son solo teorías
sino que experiencias reales logradas a través de estados meditativos de
gran sabiduría. Conclusiones a las que
podemos acceder todos en la medida de la
intensidad que adquieran nuestras prácticas contemplativas; es la maravilla del
budismo, un sendero libre que se puede seguir o dejar, en la medida que nos haga sentido.
Volviendo al capítulo del libro
mencionado más arriba, “la muerte como aliada”, nos introduce sencillamente
a la reflexión sobre el fluir y la
impermanencia. ¿porqué apegarnos a algo
que está en constante flujo y cambio?,
¿porqué desarrollar un miedo a lo finito, si nada lo
es?...
Entendiendo la muerte como una etapa más
de la vida, entendiéndola como un fluir de la consciencia al cual se han
adherido todas las experiencias vividas en distintos estados mentales, es
imposible no aceptarla ni darle la ocasión de manifestarse de igual manera como lo
hace la vida.
Nuestras relaciones interpersonales
mejorarán en la medida que nos involucremos profundamente con la impermanencia
y reconozcamos las causas y las condiciones de los cambios que vemos.
Las prácticas sugeridas en el libro para el
diario vivir, tales como meditar sobre los cambios en la naturaleza,
los cambios en las demás personas y en ti
mismo son prácticas meditativas vitales, sin embargo meditar sobre el miedo al cambio debe ser
el intento a seguir, meditar sobre aquella emoción que nos perturba y nos
hace aferrarnos más aún a una ‘permanencia
deseada’, del ser querido que no queremos que se vaya, del bienestar
adquirido que no queremos que cambie….
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