Por
Ana-María Clasing
“Que
horrible enfermedad! ¡Que horrible pandemia!”, “¡Estoy cansado, no resisto más,
esto es insoportable!!” son expresiones en boca de todos en estos tiempos…
Buscamos
incesantemente una solución, cada quien con sus teorías desea volver a la vida
que “teníamos antes.” Nos
apresuramos en el día a día aferrándonos y apegándonos a todo lo conocido ya
que se nos puede acabar en un segundo…
Durante
esta frenética búsqueda, en muchos casos hay poco tiempo para la profunda
reflexión o toma de consciencia de ¿quién somos en este mundo en realidad, por
qué estamos aquí y con quién estamos aquí…? Sí, porque nuestra existencia
siempre ha sido compartida e interdependiente y ha formado parte de la
naturaleza de este planeta…
Sin
embargo, el hombre, como especie superior ha hecho caso omiso de esta
interdependencia y ha querido manejar los recursos a su alrededor con una
superioridad aplastante. Muchos estudiosos y científicos consideran que la
pandemia que hoy sufrimos la hemos fabricado nosotros mismos… no en un
laboratorio, sino en el trascurso de la vida misma…
¿Pero
por qué” aprendemos” de forma tan individualista?...
Mediante
el conocer aprendemos y creamos una memoria que dependerá de ‘lo que conocemos, cómo lo conocemos y ‘qué aprendemos
de ese conocimiento.
(La
ciencia acuña hoy el término ‘neuroplasticidad’
que es la base de la memoria, del aprendizaje, de la respuesta a estresores e
incluso de la reparación de lesiones… y es en base a esta plasticidad que
logramos el conocimiento.)
En
este proceso en donde ocurre la
‘cognición’, se toman decisiones a cada instante… las cuales se ven
influenciadas y están teñidas de un sin número de aspectos diversos…
Cuando
el hombre conoció el fuego, aprendió que éste le servía, para cobijarse del
frio, cocinar sus alimentos etc., pero también aprendió que podía ser peligroso,
por lo tanto, guardó esta experiencia en su memoria y este aprendizaje,
primeramente, analítico, automático,
intuitivo y no consciente, pasó a ser cognitivo
racional y consciente puesto que aprendió que, aunque muchas veces el
contexto decide por nosotros, éste también demanda el uso del libre albedrío,
el escoger cómo decidimos aprender.
Consecuentemente,
y basados en la experiencia, se pueden
aprender de forma racional y consciente las causas y efectos de las cosas, de
los actos, y de los pensamientos.
Sin
embargo, esto no sucede así siempre y este conocimiento sobre la 'causa y el efecto', muchas veces, se pasa por
alto.
En
la vida y en todo orden de cosas este sistema de cognición, (que proviene de un
aprendizaje, previo, mínimo, intuitivo y no consciente y que se convierte en
uno cognitivo, racional y consciente en donde nuestras decisiones de ‘cómo’ aprendemos se vinculan a nuestro
propio libre albedrío) debe estar abierto a los cambios percibidos.
De el
¿cómo estoy aprendiendo?, ¿Cuáles son las condiciones a tomar en cuenta
durante el proceso de aprendizaje?, ¿cuán relevante es el aspecto emocional en
el momento de aprender? Son preguntas que nos debemos hacer todos los días en
pos del conocimiento.
La reflexión y la meditación introspectiva nos
otorgan herramientas para avanzar en esto siendo un aporte a nuestra propia
neuroplasticidad. En la medida que desarrollemos más y más conexiones
neuronales tendremos más apertura al conocimiento
Frases tales como “tomar consciencia, o estar conscientes de tal o cual evento” cobran importancia en este proceso de
cognición.
Si
el hombre primitivo experimentó el peligro del fuego, también aprendió con esto
su poder. Serán entonces, su libre albedrío y su apertura de mente las que decidirán cómo usarlo.
El conocimiento sobre algo va a relacionarse directamente
con el “bien y el mal” con el ¿qué estará bien hacer o qué no?
(No me refiero a aquel “bien y mal” profesado
por muchas religiones, en donde se pretende establecer un conocimiento rígido y
dirigido, haciendo que finalmente sea el contexto grupal quien decide basado en
decisiones tribales previamente manipuladas, lejanas a las necesidades de la
naturaleza.
(¿Estará
bien que se matan 1000 Millones de cerdos al año, 50.000 Millones de pollos al
año, 500.000 Millones de vacunos al año?
¿Estará
bien el uso indiscriminado de fármacos para manipular la natural fisiología
humana?)
¿Queremos para nuestro confort, utilizar y
manipular la naturaleza que nos rodea y también aquella que nosotros mismos
somos, pasando por alto conocimientos previos e intuitivos?
La
sabiduría de la fisiología humana debe ser valorada, aprender de ésta es
importante…su manipulación en cambio, solo obstaculiza el aprendizaje y la
propia evolución.
Pienso
que este virus, sí! específicamente el Covid-19, otorga una gran oportunidad a
la ciencia para aprender de nuestra propia naturaleza y a la humanidad para calibrar su inmensa soberbia.