Por Ana-María Clasing
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Las religiones nacen de una necesidad humana, necesidad basada en una emoción inalienable y que constituye las bases existenciales de todos los seres sensibles; cual es la necesidad de amor. Las religiones han sido una guía de comportamiento ético, un refugio en donde cobijarse en momentos difíciles, una compañía, una justificación en momentos de gran sufrimiento… y fuente de amor.
El hombre sin embargo
busca identificarse con estructuras que delinean estas necesidades creando así
las religiones, volviéndolas
muchas veces estructuras rígidas y dogmáticas, quizás sin tomar
consciencia de que estas creaciones más que unirnos nos separan.
Pero qué es lo que hace
el hombre usualmente en todos los ámbitos de su vida, si no es separar,
clasificar, calificar, cuantificar, agrupar, discriminar, peyorar, dignificar, priorizar, rechazar y mucho más…esa mente estructurada, dualista y
mecanicista que encasilla y que termina otorgando a estas clasificaciones tintes
cargados de emociones
individuales logrando así una
mayor separación aún.
Recuerdo hace algunos
años siguiendo un diplomado en “el
estudio de las religiones”, con cuanto fervor cada profesor exponía los conceptos de la religión a la cual estaba
adherido. Recuerdo en especial a uno de
los profesores, un Sheij teólogo musulmán, erudito del
islam quien al entrar en la sala de clases y antes de saludar a sus
alumnos repetía: “Dios, nada más que Dios y Mahoma su profeta”. Sus clases
eran muy interesantes e instructivas y
los alumnos quedábamos maravillados con el
conocimiento entregado. Lo mismo hacían los profesores de
judaísmo, cristianismo, catolicismo e hinduismo y cada clase era un
mundo separado e “inherentemente existente”,
cada profesor imprimía un sello
de “esta es la verdad” a sus interesantes exposiciones. El tomar consciencia de esta realidad separatista y atraer nuestra atención en una meditación introspectiva de este hecho tan común dentro del comportamiento humano, es sin embargo útil, porque nos incita a la investigación sobre la verdadera naturaleza de la mente; cual
es, y en contraposición a lo anterior, la unidad, el amor y la compasión, una mente libre de prejuicios, conceptualismos partidistas y dualismos innecesarios.
El ¿Porqué yo y porqué a mi?
Grandes maestros y maestras eruditos y sabios, nos señalan que debemos poner atención a nuestras conductas porque allí yacen los principios del amor, la compasión y la empatía y que a través de nuestros actos bondadosos estamos aplicando la verdadera “religión”.
El ¿Porqué yo y porqué a mi?
Si nuestro pensamiento y reflexión parten desde un “yo” cargado de emociones perturbadoras tales como apego, egocentrismo y orgullo, no habrá comprensión en momentos de dolor y de pérdidas; la reflexión a menudo se transformará en un ¿porqué a mi? En estos casos las sugerencias de meditar sobre el “selflessness” o en un yo inherentemente inexistente serán de suma utilidad.
La experiencia hoy nos revela que es posible visualizar un hilo conductor de unidad, entendiendo que las cosas y actos no provienen de la nada y que si surgen movidas por causas podemos entonces analizar dichas causas y transformarlas.
Puesto que el budismo como corriente filosófica y religiosa no es un dogma y desde sus inicios se ha abierto al estudio y al debate acusando recibo de la constante impermanencia y cambios que ocurren en la experiencia humana sugiere, por esta misma razón, que debemos prestar atención y meditar sobre las causas de nuestros comportamientos separatistas.
Grandes maestros y maestras eruditos y sabios, nos señalan que debemos poner atención a nuestras conductas porque allí yacen los principios del amor, la compasión y la empatía y que a través de nuestros actos bondadosos estamos aplicando la verdadera “religión”.
Relacionado con el aporte ético de las religiones,cito las palabras de un gran maestro el XIV Dalai Lama:
“En una era de
globalización y de sociedades
multiculturales; la ética basada en alguna u otra religión respondería
únicamente a las necesidades de algunos de nosotros, no sería significativa
para todos. En el pasado cuando las sociedades vivían relativamente asoladas y
separadas una de otra, el abrazar aspectos éticos basados en su propia religión
no aportaba dificultad alguna. Hoy, sin
embargo, cualquier respuesta al problema de nuestra negligencia en relación a
valores internos basada en alguna
postura religiosa, ya no podrá ser una
respuesta universal y por ende será siempre inadecuada. Lo que necesitamos
hoy es un enfoque ético no referido a la religión únicamente sino que un enfoque aceptado
igualitariamente por aquellos que profesan una fe y aquellos que no: una ética
secular.”(1)
Señala el Dalai Lama
“Meditar con
serenidad e introspección nos conducirá al perfecto entendimiento y
realización del “ yo inherentemente inexistente (selflessness), entendimiento
que se traducirá en experiencia a través de la sabiduría que nos brinda la
meditación”(2) .
“…incluir palabras como “surgimiento y cese” _ es un medio para comprender las
cosas; es una aproximación a la realidad. No podemos encontrar el momento exacto
cuando un brote surge, el proceso causal
de la semilla produciendo un brote nos hace sentido únicamente en un nivel
nominal y no puede ser explicado en el
marco de una existencia de naturaleza inherente…” (3)
“…comúnmente en
el debate sobre surgimiento y cese se utilizan ejemplos sencillos como el de la
semilla y el brote sin embargo en la meditación apliquen este razonamiento a la rabia, el
sufrimiento, el camino hacia la solución, etc. y contemplen cómo surgen.” (4)
(2)(3)(4)“Buddhism;One Teacher, Many Traditions”the
Dalai Lama Thubten Chodrón”.Traducciones
de párrafos entre comillas de A.M. Clasing)(1) “Beyond Religion; ethics for a whole
world”por Dalai Lama)