¡Ni apegarnos, ni enajenarnos! Así como el músico talentoso
con un oído privilegiado logra afinar el instrumento para que éste le entregue
exactamente la nota y el tono deseado, completamente unificado y armonioso, así
también se consigue, tras familiarizarse con las prácticas meditativas
‘mindfulness’ la armonía para percibir, conocer, interactuar y vivir la vida
conscientes.
Lo que interesa no siempre es aquello que es tildado de
“interesante”. Los momentos en el camino de la vida, si somos capaces de
verlos, sentirlos y apreciarlos, se volverán piedras preciosas y tesoros de
invaluable y verdadero ‘interés’. El tomar únicamente estos momentos y
llevarlos a la conciencia, acusar recibo de estos, meramente observarlos sin ese juicio castigador, dejan una huella de aprendizaje y un estímulo al nacimiento de emociones
positivas tales como la compasión y la bondad amorosa.
La vida apresurada y siempre en huída que solemos vivir, no
es otra cosa que un exacerbado sentido
de protección, de desconfianza y de desunión entre los seres. Huimos a nuestros
refugios solitarios anhelando encontrar allí la tan anhelada paz. Virginia Wolf
decía:…”no es evitando la vida que encontraremos la paz…”
La calle es un medio hostil por el cual debemos transitar
y lo hacemos irreflexivamente,
apresurados y muchas veces de mal humor. Me toca viajar mucho en carretera y
trato de hacer el viaje en forma consciente, (respiro correctamente y pienso en
el ‘mindfulness’)
Al llegar al peaje me tomo el tiempo de saludar a la chica que se encuentra en la cabina,
muchas veces enchufada a sus audífonos a través de los cuales incluso los
automovilistas alcanzamos a escuchar los
estruendos de una música que a ella parece transportarla muy lejos, y que
graciosamente lleva el compás con su
cuerpo,nos alcanza el ticket del peaje simulando una máquina perfecta.
Para ella su trabajo en esa cabina es un tiempo en evasión
constante, es un tiempo entre paréntesis, en donde nadie de interés existe y
por lo tanto ningún ser con quien interactuar, su actitud es la de un robot
quien debe entregar un ticket y apretar un botón para que se abran las
barreras. Muchas veces en sus rostros podemos ver cansancio e irritabilidad un deseo de terminar pronto con ese tedioso trabajo.
Sin embargo, cuando hacemos contacto visual con ella y le preguntamos cómo se encuentra, si tiene frío o calor dentro de ese cubículo…ella generalmente despierta y comienza una charla a nivel humano…nos despedimos ambas con una sonrisa y generalmente escucho al alejarme un “cuídese que tenga buen viaje”….yo sigo viaje y pienso…me sirvió el mindfulness.
Sin embargo, cuando hacemos contacto visual con ella y le preguntamos cómo se encuentra, si tiene frío o calor dentro de ese cubículo…ella generalmente despierta y comienza una charla a nivel humano…nos despedimos ambas con una sonrisa y generalmente escucho al alejarme un “cuídese que tenga buen viaje”….yo sigo viaje y pienso…me sirvió el mindfulness.
Sigo viaje
consciente y observando,veo cómo el automóvil de adelante lanza envases de chocolate o bebidas
por la ventana. ¿Qué hacer?... nos vemos confrontados a la
disyuntiva de si empatizar o sentir una gran compasión. (Si, porque de acuerdo a los últimos estudios en la
neurociencia la empatía y la compasión son dos sentires diferentes, demostrados así en resonancias cerebrales).El sin número de perros abandonados a su suerte o
ya descuartizados que debemos esquivar mientras manejamos nos enfrenta a esta disyuntiva real, si siento empatía debo contar con que me
embargará un sentimiento de rabia, de dolor, de impotencia y de sufrimiento que me acompañarán por algunos días perturbando mi mente
despiadadamente. ..trato entonces de aplicar la compasión a la situación en
general, indagando sus cadenas
causales…¿cómo llegan estos perros a la carretera, son tirados por sus dueños porque
ya no pueden hacerse cargo de ellos? ¿es el apremio de la vida tal que perdemos
la noción de lo que se está haciendo? O simplemente no se ha tomado consciencia
de la responsabilidad que demanda hacerse cargo de un ser sensible? Quizás al cabo de estas
reflexiones me aparte un tanto de la empatía y comienzo a sentir compasión, un deseo de reparar desde la raíz, como sea ,con lo que sea sintiendo una fuerza que la genera el amor, pensando incluso en la precariedad de consciencia del desconectado “culpable”…. Al pensar así me doy cuenta que estoy aplicando el 'mindfulness' nuevamente. El estar presentes es una tarea que todo ser
humano debe emprender, es de largo aliento puesto que debemos familiarizarnos con esta, pero es imprescindible para no caer en
el tan conocido lema: “ bueno así es la vida”…la vida la hacemos nosotros y es en ésta que nos acercamos a la verdad…la verdad experimentada
consciente-mente...cuyas características se basan en el amor.
Cuanto dolor provocamos todos los días cuando no estamos
conscientes, ni presentes en la realidad del momento.
Ana-María Clasing ( budismo y meditación)